Dentro de poco hemos decidido hacer una salida al campo con la familia para poder disfrutar de todos los placeres que el mundo rural nos puede ofrecer.
Recientemente, después de haber visto el anuncio de la Fabada Asturiana (aquel de la viejecita motorizada que abre la lata de fabada para los turistas que van al campo a tomar un plato típico), y el reciente boom que ha sufrido el turismo rural, uno no puede dejar de pensar si este no será producto de una exitosa campaña de marqueting a nivel nacional.
No será que la gente de pueblo se enfunda sus boinas los fines de semana, que no asfaltan las carreteras tormentosas, llamadas "con mucho encanto", en las que los turistas de fin de semana no podemos dejar de maldecir, porque nos estropean las suspensiones de los lujosos coches preparados para la ciudad.
Donde el paisaje está preparado para que veamos vacas y ovejas, mientras al lugareño sentado en su silla ante la puerta de su casa, gayata en mano (para los que no lo sepáis, son los palos que llevan los pastores), y con el móvil bien escondido, debe avisar al pueblo de la llegada del turista, para el que montan el mercado donde les venden productos ecológicos en bolsas biodegradables: el pan de pueblo, el chorizo, la morcillita, el queso curado, el yogur, las ensaladas sin tratar, etc...
Pensándolo mejor, esto de que te engañen, tampoco no está tan mal, lo malo es los quilos de más que llevas del fin de semana. En contraprestación la comida sabe mejor y se respira aire más puro, porque aunque quisieran éste aún no lo pueden enmascarar.
En definitiva, daros una vuelta por el campo, peores engaños sufrimos.
